Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

lunes, 13 de junio de 2011

Ver más allá.


A veces las cosas no son tan sencillas como perecen. Nos engañamos nosotros mismos queriendo ver lo que no hay porque es más sencillo o nos interesa ver la realidad. Vamos tan a lo nuestro que no nos paramos en los demás, qué sienten, qué piensan, cómo pasan el tiempo libre...
Pasamos mucho tiempo con esas personas y no sabemos si están casadas si tienen familia...
Tristemente muchas veces vamos interpretando aquello que nos muestran si llegar a ver el trasfondo, tal vez porque no sabemos o no queremos. Somos egoístas. He aquí un cuento. (La música no va a levantar el ánimo pero es preciosa como todo lo de este autor, púlsala mientras lees).


Había una vez…

Un estanque maravilloso.

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún salió del agua…

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…

Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza.

Autor : Jorge Bucay

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