Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

domingo, 14 de agosto de 2011

Querida Ana María.


Hace ya tiempo que se lo dieron, al premio me refiero, pero me ha parecido importante recordarlo porque a mi me gusta cómo escribe y cómo es. Me refiero a Ana María Matute, Académica y Premio Cervantes, anciana entrañable y gran escritora.Decía el día que fue a recoger el premio Cervantes, al que llegó bastante temprano alegando que quería estar pronto no fuera que se lo dieran a otro, decía: "Los momentos así de la vida los grabo como si fueran una película y luego los recuerdo y lo paso muy bien". Fue un día muy especial para la veterana autora de 85 años que quedará fijado en su memoria y así lo reconoció.
En homenaje pues a Ana María copio aquí uno de sus cuentos:

EL NIÑO AL QUE SE LE MURIÓ EL AMIGO
.Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:

-El amigo se murió.Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar

El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.

-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.

Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.