Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

lunes, 18 de marzo de 2013

El problema

      
"Para que tú puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de Té, es necesario primero tirar el té, y entonces podrás servir y beber el vino."
Cuenta la leyenda que en un monasterio budista ubicado en una ladera casi inaccesible de las frías y escarpadas montañas de los Himalayas, un buen día uno de los monjes guardianes amaneció sin vida..
Le hicieron los rituales tibetanos propios para esas ocasiones, llenas de profundo respeto y misticismo.Sin embargo, era preciso que algún otro monje asumiera las funciones del puesto vacante del guardián. Debía encontrarse el monje adecuado para llevarlas a cabo.El Gran Maestro convocó a todos los discípulos del monasterio para determinar quien ocuparía el honroso puesto de Guardián. 

 El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnífica mesita en el centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de ésta, colocó un exquisito jarrón de porcelana, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria belleza y dijo: “He aquí el problema.”

“Asumirá el puesto de Honorable Guardián de nuestro monasterio el primer monje que lo resuelva.”
Los monjes se quedaron como petrificados, en el más respetuoso silencio, hundidos en sus interrogantes internas…

En momento determinado, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro, y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y ...
Zaz!! destruyó todo de un sólo golpe.
Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo:
“Alguien se ha atrevido no sólo a dar solución al problema, sino a eliminarlo. Honremos a nuestro nuevo Guardián del Monasterio".

En realidad, poco importa cuál sea el problema.Hay problemas cuyo aspecto nos confunde, pues halaga los sentidos. En el fondo sigue siendo un problema.Muchas personas cargan la vida entera el peso de cosas que fueron importantes en su pasado y que hoy solamente ocupan
un espacio inútil en sus mentes, espacio que es indispensable para recrear la vida.

Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios,hasta llegar a las personas del pasado que no tienen más sentido que sigan ocupando un espacio en tu mente.


De vida emocional

domingo, 17 de marzo de 2013

Los ciegos y el elefante

Los Ciegos y el Elefante

    Una vez, Buddha estaba en Jetavana, en el reino de Sravasti. A la hora de la comida, los monjes tomaron sus cuencos y fueron a la ciudad a mendigar alimento. Pero como aún no era el mediodía, y era muy temprano para entrar en la ciudad, decidieron ir a sentarse un rato en una sala donde se reunían los brahmanes.
  En aquel momento, los brahmanes, discutían entre ellos a cerca de sus libros santos y se había formado una disputa que no conseguían resolver. Llegando a reñir y enemistar unos con otros, diciéndose mutuamente: "Esto que sabemos es ley", lo que sabéis vosotros ¿cómo puede ser la ley?. Lo que sabemos nosotros está de acuerdo con la doctrina. Vuestra ciencia es vana y no tenéis el menor conocimiento. Era así como repartían los golpes con el arma de la lengua, y por un golpe recibido, devolvían tres. Los monjes, observando a las dos partes insultarse, no autentificaron ninguna de las opiniones, se levantaron de sus sitios y se fueron a mendigar alimento a la ciudad.
  De vuelta a Jetavana, se sentaron cerca de Buddha y le contaron lo sucedido. El Buddha contó esta historia:
 Hace mucho tiempo, había un rey que comprendía la Ley Búdica, pero las personas, ministros y gente del pueblo, estaban en la ignorancia referente a las enseñanzas parciales, tenían fe en el resplandor de cualquier estrella brillante y dudaban de la claridad del sol y la luna. El rey, deseando que su gente no se quedara entre mares y navegaran por grandes océanos, decidió mostrarles un ejemplo de su ceguera. Ordenó a sus emisarios recorrer el reino para buscar ciegos de nacimiento y traerlos a palacio.
  Cuando los ciegos fueron reunidos en la sala de palacio, el rey dijo: ¡Enseñadles los elefantes!, y se los mostraron guiándoles las manos. Entre los ciegos, uno tomaba la nalga del elefante, otro agarraba la cola, otro tocaba el vientre, otro al costado, otro tocaba la espalda, otro la oreja, otro la cabeza, otro un colmillo y el último la trompa.
  Los emisarios, llevaron luego a los ciegos al rey, quien les preguntó: ¿A qué se parece un elefante?.
  Aquel que había tocado una nalga contestó:
  Oh! sabio rey, un elefante es como un tubo.
 Aquel que había tocado la raíz de la cola, decía que el elefante era como una 
 escoba.
 El que había agarrado la cola, que era como un bastón.
 El que le había tocado el vientre, que era como una pared.
 Quien había tocado la espalda, decía que se parecía a una mesa elevada.
 El que tocó la oreja, que parecía un gran plato.
 Quien tocó la cabeza, decía que era como una gran extensión.
 El que tocó el colmillo, que era como un asta.
 Y el que tocó la trompa contesto: Oh!! gran rey, un elefante es como una cuerda.
  Los ciegos, empezaron entonces a discutir, cada uno afirmaba estar en la verdad, en lo cierto y los otros no, diciendo: Oh gran rey, el elefante es realmente como yo lo he descrito, no hay dudas!!!
  El rey rió entonces a carcajadas y dijo:
  Todos vosotros sois como estos ciegos. Discutís inútilmente y pretendéis decir la verdad, habiendo percibido sólo una parte, decís que el resto es falso, y por un elefante os querelláis!!
  El Buddha dijo a los monjes: así son estos brahmanes. Sin sabiduría, debido a su ceguera, llegan a disputarse. Y debido a su discusión quedan en la oscuridad y no hacen ningún progreso.

viernes, 15 de marzo de 2013

Thank You




Thank You  a todos los que de forma silenciosa seguís entrando aquí curioseando..

lunes, 11 de marzo de 2013

sábado, 9 de marzo de 2013

martes, 5 de marzo de 2013

“JACINTA Y EL LAGO”








Somo como somos. Aceptarse es bueno.


Cuando Jacinta se miraba en el lago, no le gustaba lo que veía. Jacinta quería ser amarilla y tener rayas negras, como la cebra; pero su piel era gris y aburrida. Jacinta quería lucir una abundante melena, como la del león, pero en su cabeza sólo crecían tres pelos muy tiesos. Jacinta quería pasearse con una cola larga y bella, como la del avestruz; pero su rabo era largo y liso. Jacinta quería ser delgada, como la gacela, pero era una elefanta gorda y enorme.

Para ser rayada como la cebra, Jacinta le pidió al mono Picacho, un artista de los colores, que le pintara unas hermosas rayas amarillas y negras por todo el cuerpo.Y cuando se miró en el lago, le gustó mucho lo que vió: una elefanta rayada, ¡cómo se parecía a la cebra!

Para tener una melena abundante como la del león, a Jacinta se le ocurrió plantarse en la cabeza unos granos de maicillos y regarlos con agüita fresca del río. En poca semanas, Jacinta lucía una abundante y hermosa melena verde, así que se asomó al lago y le gustó mucho lo que vió: una elefanta rayada con un hermoso cabello verde, más bonito que el del león.

Para tener una cola tan bonita y elgante como la del avestruz, Jacinta se ató en el rabo unas hermosas hojas de palma. Luego se fue a mirar al espejo del lago y le gustó lo que vió: una elefanta rayada, con una hermosa melena verde y una elegante cola de palmas.

Por último, para ser flaca como gacela, Jacinta se puso a dieta: sólo comía un puñado de hierba en todo el día. Y se puso a hacer ejercicio: todas las mañanas salía a correr por la selva y hacía pesas también: 1, 2, 1,2…En unas semanas, Jacinta estaba delgada como una gacela. Se asomó al lago y le gustó lo que vió: una elefanta rayada, con un abundante cabello verde, una hermosa cola de palma y delgada como gacela.

 Y estando en el lago, se acercó a beber un elefante guapísismo. Jacinta al verle, se quedó prendada de él y le puso ojitos de enamorada. Pero el elefante, al ver una elefanta con rayas amarillas y negras, y con pelo verde y cola de palma y flaca como gacela, barritó horrorizado y salío corriendo. Y allí quedó Jacinta, sola y triste y sin entender por qué el guapo elefante había huído. Se miró de nuevo y pensó: “ Será que no le haya gustado mi piel rayada? Jacinta llenó su trompa de agua y se dio un buen baño. No paró hasta recuperar su color gris. Después se miró en el lago y le gustó lo que vió: una elefanta con abundante cabello verde, una preciosa cola de palma y delgada como gacela y sin rayas amarillas y negras. Y contenta con su aspecto fue a buscar al elefante que la había vuelto loca, y cuando lo encontró, se fue derechita hacia él. El pobre elefante no tardó ni un minuto en salir corriendo, como alma que lleva el diablo.

Jacinta se quedó hecha un mar de lágrimas.¿Por qué se había asustado el elefante?¿Sería de su pelo verde? Por si acaso, jacinta empezó a restregarse la cabeza contra un árbol hasta que no le quedaron mas que los tres pelos muy tiesos que tenía antes. Luego,  se asomó al lago y le gustó lo que vió: una elefanta gris, con cola de palma y delgada como  gacela y con tres pelos tiesos en la cabeza.

Jacinta buscó por todos los rincones de la selva al elefante de sus sueños hasta dar con él. Esta vez, la elefanta se fue acercando muy despacito al galán, que en cuanto se percató de su presencia, se quitó de en medio.¡Ay qué penita mas grande tenía Jacinta!¿Por qué se habría asustado el elefante esta vez?¿Por su cola de palma? Ni corta ni perezosa se arrancó el abanico del rabo, se miró en el espejo del lago y se puso muy contenta con lo que vió: una elefanta gris, sin melena verde y sin cola de palma y delgada como gacela.

¡Esta vez seguro que le gustaba! Jacinta vió desde lejos al elefante y se fue trotando hacia él. Pero elefante la miró, dudó unos instantes y volvió a salir corriendo como una centella. No había consuelo para la pobre Jacinta ni pañuelo para enjugar sus enoormes lagrimones. ¿Por qué se habría asustado el elefante? ¿Por su delgadez? Jacinta decidió volver a ser la elefanta gorda y enorme de siempre, a ver si así el elefante le hacía mas caso, y disfrutó de lo lindo comiendo sin parar.

Con unas pocas toneladas mas y much alegría, Jacinta fue al encuentro de su elefante que estaba bebiendo agua en el lago. Cuando el elefante la miró, se quedó enamorado de ella, se le arrimó muy arrimadito y le barritó un puñado de piropos en su enorme orejota de elefanta. Jacinta miró hacia al lado y vió a dos elefantes gordos y enormes, sin rayas amarillas y negras, sin pelos verdes ni cola de palmas y con un montón de amor y alegría en los ojos.

C. Rehabilitación, Ana y Lola. Sta Marta, Cabañas, Nov. 2007