Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

lunes, 14 de marzo de 2011

Las trampas del tiempo


Vivimos tan dentro de nosotros mismos que no nos percatamos de cómo pasa el tiempo y un buen día despertamos y no nos reconocemos, ni reconocemos a nuestro marido, a nuestra mujer. Recordamos a gente más o menos cercana en otros tiempos a nosotros, pero que nos dejaron. Caprichos de la vida, caprichos de la ausencia, el ser y no ser, el estar sin estar.

Sentada de cuclillas en la cama, ella lo miró largamente, le recorrió el cuerpo desnudo de la cabeza a los pies, como estudiándole las pecas y los poros, y dijo:

-Lo único que te cambiaría es el domicilio.

Y desde entonces vivieron juntos, fueron juntos, y se divertían peleando por el diario a la hora del desayuno, y cocinaban inventando y dormían anudados.

Ahora este hombre, mutilado de ella, quisiera recordarla como era.

Como era cualquiera de las que ella era, cada una con su propia gracia y poderío, porque esa mujer tenía la asombrosa costumbre de nacer con frecuencia.

Pero no. La memoria se niega. La memoria no quiere devolverle nada más que ese cuerpo helado donde ella no estaba, ese cuerpo vacío de las muchas mujeres que fue.

Eduardo Galeano

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