Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

lunes, 24 de enero de 2011

“¡Gracias, profe!”


El 1 de septiembre de 2010 la editorial SM, en colaboración con la Campaña Mundial por la Educación, publicó La emoción de educar. Reflexiones y vivencias en torno a la educación, una obra colectiva en la que veintitrés intelectuales, artistas y personas de relevancia pública comparten vivencias y reflexiones en torno al maestro, la escuela y la educación.
El libro, que fue distribuido gratuitamente contó con la participación de José Antonio Marina, Álvaro Marchesi, José Saramago, Forges, Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Jordi Sierra i Fabra o Miguel Indurain, entre otros. El objetivo de esta publicación fue convertirse en pequeño homenaje a los docentes, esos hombres y mujeres empeñados en mejorar el mundo a través de la educación.
Estos días ha caído en mis manos ese libro y me ha hecho pensar en los tiempos complicados que corren, ya no tanto por la crisis económica que a todos de modo más o menos directo nos afecta, de los recortes salariales y de acuerdos obtenidos en pactos sociales que se suponían mejoras para la educación, sino por la crisis de valores que nuestra sociedad está sufriendo. Estamos ante un giro en las prioridades. Las familias, dejan de tener claro qué es lo importante y suplen las faltas con "regalos" que tan sólo sirven para perpetuar la situación. Esto afecta a los enseñantes, ya que los niños, los adolescentes son nuestros "clientes"
Entre todas estas agua revueltas es un gozo poder leer algo que alguien escribe en un libro acerca de esas personas tan importantes para la sociedad como son los maestros.
Por nuestras manos pasan promociones, que años más tarde son los pilares del mundo educativo, sanitario, político, por citar a tres de ellos. Qué importante es nuestro papel con ellos, el rastro que dejamos, el poso que queda, de todo aquello que les hemos enseñado. Qué alegría da cuando vas por la universidad y reconoces a tu alumno o alumna, y te dice que es profesor en el departamento de didáctica,o por el hospital y te comenta que está haciendo el MIR en cardiología, y te saluda, y te da un beso y te recuerda anécdotas de su época de alumno y te dice qué bien lo pasábamos maestra, porque a pesar de los años, seguimos siendo su maestra.
Transcribo un retazo de "Recuerdos del futuro" de José Antonio Marina,recogido en el libro citado arriba:

"Con frecuencia carecemos de talento poético para percibir las maravillas cotidianas, ocultas por la rutina. Por eso me emociona un antiguo poema japonés, que debería conmovernos a todos los que nos dedicamos a la educación:

¿Me preguntas cuál es la suprema felicidad aquí abajo?
Escuchar la canción de una niña que se aleja después de habernos preguntado el camino,
y que antes de desaparecer nos dice adiós con una sonrisa"

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