A finales de los años setenta, ”la Caixa” se decidió a crear una identidad corporativa propia, muy diferenciada del resto de entidades financieras españolas. Se pretendía dotar a ”la Caixa” de una personalidad única, fácilmente identificable y que además, sus clientes pudieran considerar como propia. Se encargó a la empresa Landor Associates la realización de este trabajo. De entre las diferentes propuestas presentadas, se seleccionó la que parecía más apropiada e innovadora: solicitar a Joan Miró, el artista más significativo de Cataluña y las Baleares, y universalmente reconocido, la realización de un tapiz del cual pudiera aislarse algún elemento emblemático.
Así, en el año 1980, la estrella y sus colores –tan mediterráneos y característicos de la obra de Joan Miró– se convirtieron en el símbolo de la entidad.
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