En Delhi, India, cada 12 horas muere una mujer quemada por su marido. La rocía con queroseno y la prende como una antorcha. Después denuncia el hecho como un accidente o un suicidio. ¿El motivo? Que la dote ofrecida por los padres de la novia no se consideró suficiente. Así, matándola, puede ir a buscar otra mujer, con otra dote con la que sobrellevar unos cuantos años más su pobreza. Parece difícil de creer, y sin embargo no es mucho peor que el comportamiento que persiste en el resto del planeta. El problema del maltrato a la mujer no tiene fronteras culturales y está tan aceptado por la sociedad que a las víctimas no les ha quedado más remedio que resignarse.
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