Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

sábado, 24 de septiembre de 2011

El Mayor Remordimiento


En una fiesta empezamos a conversar sobre las cosas de las que nos arrepentíamos en la vida.
-Ojalá no hubiera desperdiciado el tiempo - señaló alguien.
-Yo me arrepiento de no haber aprovechado más la escuela -comentó otra persona. Todos dijeron lo que más lamentaban, menos un hombre que escuchaba sin decir palabra. Pero como queríamos conocer su historia, insistimos en que nos la contara y, después de un largo titubeo, se dispuso a hablar con la voz entrecortada.
-Nací en un pueblo situado frente al mar. Mi padre era pescador y siempre trabajó incansablemente para sostenernos. Aunque mi familia no tenía buena posición económica, los siete que la integrábamos éramos felices.
Hizo una pausa mientras venían a su mente aquellos viejos días.
-A pesar de dedicarse a un oficio tan duro, mi padre mostraba mucha ternura. Cuando el mal tiempo le impedía lanzarse al mar, me llevaba a la escuela en un viejo camión que usaba para transportar pescado. La verdad es que eso me avergonzaba. Pero él no lo notaba y detenía el camión frente a la escuela. En cuanto se bajaba, yo me moría de vergüenza. Me imaginaba que todos se fijaban en el destartalado vehículo.
El hombre interrumpió su relato, dio un largo supiro y continuó.
-Luego me revolvía el pelo y decía: 'qué tengas un buen día, hijo', y me daba un beso en la mejilla. Le daba un gran beso al chico que ya iba en cuarto año... Decidí que ya nunca más me daría ese beso de despedida.
"Aquel día estaba nublado, y el mar, embravecido. Como de costumbre, mi padre estacionó su camión frente a la escuela, Bajó de él y cuando me iba a dar el beso le grité, rechazándolo:
"- ¡Ya no quiero que me des besos de despedida! ¡No soy un bebé!
"El rosto de mi padre se entristeció. Se me quedó mirando y se le arrasaron los ojos. Fue la primera vez que lo vi llorar. Tal vez fui la única persona que vio las lágrimas de mi padre".
Entonces al hombre mismo se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Mi padre trató de contener el llanto y comentó: 'Bien, ya estás bastante grande, y ya no quieres mi beso de despedida'. Subió a su bote y se lanzó al mar. Jamás regresó. Mi mayor remordimiento, de lo que más me arrepiento, es no haber aceptado el último beso de despedida de mi padre.
" ¡Daría lo que fuera porque me diera ese beso ahora!".

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