Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa

jueves, 14 de julio de 2011

Comiendo sopa de estrellas



Estaba sentada en el portal de su casa, la luz apagada. Sólo ella y las estrellas.
Las miraba y les ponía nombres, los que se le ocurría como hacía con las matrículas de los coches que se le cruzaban, a los que enseguida inventaba nombres con la letras.
Pensó... de cena ¡sopa de estrellas!. Esta por mi padre que seguro que me está viendo en este momento, triste por no poder estar aquí conmigo, pero que sabe que lo recuerdo continuamente. Otra por Anita, que seguro que está junto a él, pues dos personas más buenas no se han conocido, ambos siguiendo los pasos de Salva del que estoy segura que ha llegado al cielo también y tengo pruebas que así lo corroboran. El poder de tres es infalible, pues eso, que otra estrella por Salva. Y mira y remira todas las que hay en el cielo y recuerda a los abuelos por parte de papá y de mamá, y sabe que un día se reunirá con ellos, porque ella, la muerte, llega y como también ha sido buena irá al cielo. Llamará a la puerta y saldrá San Pedro a abrir y la llevará junto con todos aquellos que conoce y a los que quiere, para desde el cielo ayudar a cumplir los sueños, los deseos de aquellos a los que ha dejado y que quiere mucho, igual que hacen ahora con ella.
Su plato de sopa era tan grande y tenía tantas estrellas, que cuando aún no había terminado se quedó durmiendo y vino su madre y la tomó y la llevó a la cama. No despertó, nunca. El frío hizo que se reuniera con aquellos a los que quería y que ya estaban allí, con sus estrellas. Ahora ella comienza a hacer que se cumplan nuestros sueños. Allí me han dicho que es feliz, y que no nos pierde de viasta.

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