Sabías que buena parte de lo que comemos se usa como combustible cerebral? Aunque nuestro cerebro solo supone el 2% del peso total corporal, este órgano demanda el 20% de los recursos de oxígeno y calóricos. Para que el suministro no falle contamos con tres grandes arterias cerebrales que bombean constantemente oxígeno. Cuando una de ellas se bloquea o se rompe, las neuronas afectadas se “mueren de hambre” por la ausencia de energía. Esto es lo que sucede en los infartos cerebrales.
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